domingo, 30 de mayo de 2010

A D E L A N T E

Hoy no era igual que ayer. Hoy se le habían apagado el brillo a las cosas, como si le bajaran el dimmer a la realidad. De pronto todos los proyectos, los caminos a recorrer y las acciones a tomar quedaban sepultadas bajo las cobijas. Sin embargo, logro sentirse cómodo con este abatimiento. Buscó de nuevo el calor en la cama e hizo fuerza por dormirse. No lo logró.
No era capaz de nada. Desde la punta de la frazada, con la cara a media asta, le pareció que sus acciones se disolvían antes de llegar a hacer efecto. Intentos débiles, como cuando uno se agarra a trompadas en un sueño y golpea sin hacer daño. Todavía en la cama, sin fuerzas para levantare, fue despertando la idea de estar enfermo. De no ir a trabajar. Volvió a pensar en la renuncia como un triunfo. Pero decidió hacerse el fuerte una vez más. Puso en la videograbadora una película de Steven Seagal contra un barco del IRA. Si él no podía salir adelante, vería entonces cine de acción todo el día. Un golpe cura otro golpe.El consumo de violencia, no tuvo el efecto esperado. Alteró su ritmo, lastimó una lámpara y se rompió una uña. Justo cuando volviá a dormirse, sonó el teléfono. Lo llamaban del trabajo, de un salto abandonó la cama. El peso de la rutina volvió a arruinar La Gran Idea de La Renuncia Universal. No quería pero volvió a salir adelante.

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